17 sept 2017

James Vincent McMorrow - We don't eat


Si esto es la salvación, para qué molestarse.
Nada ha cambiado, nada que contar.
Prefiero trabajar por conseguir algo
que rezar para que llueva.
Así que vago sin rumbo hasta que alguien sea salvado.

Me fui a vivir a la costa, bajo una montaña.
Nadé en el océano, dormí solo.
Al amanecer, observaba cómo el sol
dibujaba lazos en la bahía.
Recordaba todo lo que solía escribir mi madre:

No comas hasta que tu padre esté a la mesa,
no bebas hasta que el Demonio se haga polvo.
Nunca he conocido a ningún hombre capaz de amar.
Si yo fuera tú, tendría un poco de fe.

Dos mil años he estado en esa agua,
dos mil años hundido como una piedra,
buscando desesperado las redes 
lanzadas por los pescadores;
intentando encontrar un poco de esperanza.

Mantenía todos mis secretos ocultos,
páginas dobladas hasta que no quedase nada.
Si algún día llego a necesitar un salvador, 
recordaré esa nota en la pared:

No comas hasta que tu padre esté a la mesa,
no bebas hasta que el Demonio se haga polvo.
Nunca he conocido a ningún hombre capaz de amar.
Si yo fuera tú, tendría un poco de fe.

¿Soy un hombre sincero y honesto,
he llegado a portarme bien contigo?
Estoy exhausto de jugar a estos juegos,
solamente estamos huyendo.
Las mismas frases de siempre, las mismas historias
sobre trenes agotados y viejas glorias caídas;
casas en llamas, mundos que giran solos.

No comas hasta que tu padre esté a la mesa,
no bebas hasta que el Demonio se haga polvo.
Nunca he conocido a ningún hombre capaz de amar.
Si yo fuera tú, amigo mío,
aprendería a tener un poco de fe.

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